Lo mejor de lo peor
Nos detuvimos a fumar debajo de un puente y vimos a tres personajes sentados en un sillón, frente a una gran pantalla de piedra. Les dijimos que eramos fotográfos y queríamos retratarlos. Al principio se mostraron tímidos (nosotros también) y empezamos haciendo tomas del lugar: la sala, el baño, la casa, el jardín. Poco a poco fuimos conociéndolos más. Les gustó la propuesta y los visitamos un par de veces más. Un día todo desapareció, ni un rastro de ellos ni de sus pertenencias. decidimos investigar los sucedido al otro lado del puente donde también había gente instalada.
Allí conocimos a Manuelín, dueño de una pequeña casa ubicada entre las vías del tren ligero de la Ciudad de México y un puente vehicular. Le preguntamos por nuestros conocidos desaparecidos, y mencionó que hubo un operativo policiaco y varios de ellos habían sido detenidos. No supimos más, nadie sabia sus nombres. Manuelín y sus amigos nos recibieron muy bien desde el principio y ese mismo día nos llevaron a “la Madriguera”, un sitio donde el suelo está hecho de una inmensa masa de ropa y basura, de donde brotan ratas y cucarachas a cada paso, un lugar sería abandonado por el grupo después de inundarse por las lluvias.
Así fue como nació Lo mejor de lo peor, un proyecto fotográfico en un inicio y videográfico en una segunda etapa, que se desenvuelve simultáneamente entre el documental y la ficción, y la antropología y el periodismo.
De esta manera las fotografías que conforman la primera parte de este trabajo son resultado de la espontaneidad e imaginación de Manuelín y compañía, así como de una búsqueda constante de retratar diferentes momentos de los personajes en su propio espacio: una tarde tranquila “moneando” en el puente, un día caluroso bebiendo entre camiones y trenes, una noche de fiesta, la resaca de la mañana siguiente.
Esta es su historia.